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Formas Platónicas

La obra de Carolina Gómez (Bogotá, 1974) emplea la seducción como arma de doble filo: primero atrapa al espectador para después desprender una serie de preguntas y reflexiones que ponen en cuestión la propia estrategia de la seducción. A lo largo de su trayectoria, las joyas que la artista y joyera realizaba y las pinturas a través de las cuales exploraba paralelamente intereses derivados de su mirada como joyera y como mujer, fueron encontrando un punto de intersección en el que la artista ha venido trabajando los últimos años.  La artista selecciona imágenes de estrellas de cine icónicas, -a menudo apropiándose de escenas de películas encontradas en revistas antiguas,- y superpone una piedra preciosa a la cara de la mujer en cuestión, insinuando un cruce de identidades que dispara preguntas a cerca del sistema de valores que estas actrices representan. Por otro lado también nos habla de la valoración y el lugar que se le otorga a la belleza femenina y de lo superficial de esta valoración convertida en algo estándar.

 

Con un gesto directo e ineludible, Gómez nos impide ver los rostros de las mujeres que retrata. Aunque ya intuimos quiénes son,- Marilyn Monroe, Grace Kelly, Ava Gadner, Rita Heyworth, entre otras,- una piedra preciosa, pintada de forma tan realista como el resto del busto, se encuentra “incrustada” en lo que debería ser una cara que estaría mirando de forma seductora. Este gesto nos sitúa como espectadores ante una doble trampa: por un lado nos da el poder de una mirada uni-direccional, ejercida sobre la mujer como bello objeto retratado y priva a ésta de la posibilidad de devolvernos la mirada. Así, la artista nos confronta con las jerarquías de la misma y nos habla de los sujetos de poder en los sistemas de representación. Pero, yendo más allá de un mero “tapar los ojos”, al cubrir la cara a las actrices también, le quita al espectador la posibilidad de ver los detalles de la identidad de la mujer retratada. No hay expresión, ni mirada, ni vida que brille en los ojos. El deseo de reconocer al icono hollywoodiense se ve frenado por el objeto precioso y preciado. En realidad la idea de objeto es clave, tanto conceptual como en la forma de abordar la pintura. Las mujeres son objetos, se esconden detrás de éstos pero, a demás, los prismas blancos en los fotogramas como Village of the Dammed borran cualquier identidad de las caras volviendo estas puros objetos tridimensionales sin expresión.

 

Gómez presenta un juego de varias capas que ha venido desarrollando como joyera de convicción y artista plástica: seducir con la belleza para precisamente llevarnos a cuestionar la importancia que se le da a la apariencia de la mujer como seña de su identidad femenina. ¿Tienen estas mujeres el mismo valor que las piedras que las representan? ¿Han cedido su identidad ante la fusión de su ser como joyas mismas de un sistema de representación que las convierte en objetos? Platónicas son tanto las formas geométricas que contemplamos en vez de rostros, como las mujeres inalcanzables que esconden éstas detrás.

Caridad Botella

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